Historia reciente

Poco se ha avistado del mundo de Runnia fuera de las fronteras del joven imperio Noomi, sólo los más osados se han aventurado a abandonar la tierra conocida en busca de otros territorios. La antigua sabiduría se perdió y el miedo a lo desconocido ha impedido a los humanos volver a extenderse como antaño lo hicieron. Incluso en las zonas habitadas aún hay oscuros rincones por explorar.

Esto no siempre fue así. En la antigüedad el hombre se extendía por todos los territorios, dominaba todos los mares, conocía todas las rutas y no temía ni a la más peligrosa de las bestias. Pero algo ocurrió, algo que estremeció Runnia hasta sus propios cimientos, algo que hizo derrumbarse casi por completo a la civilización humana en el caos y casi llegó a destruirla.

Los escasos supervivientes consiguieron reunirse de nuevo; y pronto se dieron cuenta de que no eran los únicos, había más como ellos. En pocos años se agruparon y volvieron a empezar. Casi nada sabían de su pasado, apenas unos retazos. Sólo los más viejos conocían realmente lo ocurrido, pero temían hablar; el miedo era más fuerte que ellos.


La Tierra del Sol

La Tierra del Sol era el lugar habitado más cercano al sol en todo Runnia, y también el más esplendoroso. Sus habitantes eran los konomi, humanos al fin y al cabo pero considerados por muchos, incluidos ellos mismos, como seres superiores. Eran los mejores guerreros, los mejores estrategas, los mejores comerciantes; incluso la mayoría de los grandes magos estaban entre ellos.

A diferencia de los humanos que habitaban las otras tierras tenían los ojos rasgados, posiblemente debido al brillo del sol cercano que habían de soportar día tras día. Pero no era física la única diferencia que existía; estaban favorecidos por las seis lunas menores. Contaban con la bendición de las mismas e incluso algunos podían controlar su energía.

Eran superiores en casi todos los aspectos. El resto de los humanos lo sabía. Ellos lo creían firmemente. Y quizás su arrogancia fue también su perdición...


La caída de La Sombra

Pero algo había que incomodaba a los konomi, el sol. Bajo el sol la influencia de las lunas sobre ellos disminuía, y también el control sobre su poder. El sol era el culpable de que sus rasgos fueran distintos a los de el resto de humanos. Pero eso pronto iba a cambiar.

Un acontecimiento especial estaba a punto de ocurrir, el Shokujin, la alineación de las siete lunas y el sol provocando un eclipse total en toda Runnia. Además, el fenómeno se produciría horas antes de la caída de la noche, creando una noche tan larga como el propio día en La Tierra del Sol, algo que jamás había ocurrido.

El Gran Consejo konomi, cegado por su propia arrogancia, decidió que aquella noche se reunirían todos los grandes magos de Runnia y usarían todo el influjo y poder con el que los bendecían las lunas para hacer que el día nunca fuera más largo que la noche en la Tierra del Sol. Provocarían que el Shokujin ocurriese a cada atardecer, alargando la noche en toda Runnia.

El día fijado todo estaba preparado. Los magos estaban reunidos, la hechicería dispuesta, la arrogancia era mayor que nunca. Entonces llegó el Shokujin y comenzó el sortilegio. La noche cayó y no volvió amanecer en mucho tiempo, y todo había cambiado. Ningún konomi ha vuelto a ser bendecido por las lunas.


El éxodo y el miedo

En el Gran Continente todos estaban atentos a la espera del acontecimiento que iba a ocurrir; ninguno volvería a ver un eclipse de tal magnitud. Kurai estaba más crecida de lo habitual, pero nadie quería perderse el fenómeno; la curiosidad podía más que el miedo. Todo empezó y el día se oscureció rápidamente; entonces... una exclamación ahogada recorrió el continente.

De pronto Kurai comenzó a crecer hasta alcanzar un tamaño descomunal, tal que parecía que iba a engullirlos a todos. El cielo comenzó a oscurecerse, ocultando por completo lunas y estrellas. Sólo se alcanzó a ver cómo una gran sombra se desprendía de Kurai y caía sobre la Tierra del Sol. La caída de La Sombra.

Todo quedó en tinieblas. Los grandes magos no estaban para buscar una explicación a lo ocurrido, los gobernantes no sabían qué hacer para tranquilizar al pueblo, el caos empezó a reinar. De pronto, pocos días después, unas luces aparecieron a lo lejos en la costa. Eran los konomi, la esperada salvación, ellos sabrían qué ocurría, ellos sabrían qué hacer.

Pocos y enfermos fueron los que vinieron en esos barcos; y no fueron los únicos. Horas después un barco a la deriva encalló en una zona rocosa de la costa; unas oscuras y deformes criaturas venían en él. Sólo un afán las movía... La muerte se extendió rápidamente por toda la costa, el miedo por todo el continente.


Del miedo al odio

Apenas eran una decena, pero murieron cientos hasta que el último de ellos cayó. Los mejores guerreros se perdieron en la lucha, junto con la mayoría de los magos menores que quedaban en el Gran Contienente. Pero solo fueron las primeras muertes.

En poco tiempo llegaron más barcos provenientes de la Tierra del Sol; los exiliados eran tratados con recelo y con temor. Algunos empezaron a enloquecer, pronto la locura se extendió y se convirtió en odio. Odiaban a los konomi, causantes de lo ocurrido. Odiaban a los magos, por haberlo provocado. Odiaban a los gobernadores, a los poderosos, a los sabios, a ellos mismos...

Cada ciudad se convirtió en un mar de sangre, cada aldea en una matanza, cada casa en una pira funeraria. Todo era muerte. No había padres o hijos, hermanos o amigos; solo sed de venganza. Durante muchos días sólo se oían gritos de dolor en la oscuridad; olía a sangre y a carne putrefacta. Olía a muerte.


El Nuevo Amanecer

Nadie sabía cuánto tiempo había pasado. Nadie se daba cuenta de lo que estaba ocurriendo. Nadie controlaba sus actos. La locura era ya total y pocos eran los que continuaban vivos; vagando en busca de más cuerpos que masacrar y más carne que desgarrar.

Y, de pronto, amaneció. Los supervivientes alzaron la vista allá donde se encontrasen; vagando sin rumbo, enfrentándose entre sí, separando carne y huesos de algún cuerpo aún fresco. Observaron de nuevo la luz, que casi les cegaba, y fueron conscientes de la atrocidad que habían cometido.

Los que no murieron horrorizados por lo que habían hecho buscaron a más supervivientes. Tenían miedo de lo que les rodeaba, pero era la única forma de continuar con vida. Primero sólo unos pocos, luego más se unieron. Sentían pena y dolor, tenían miedo pero se ayudaban mutuamente. Habían vuelto a ser humanos. Sólo algo permaneció para siempre: el odio hacia los konomi...


1 comentario :

  1. Sigo curioseando por aquí, de momento sigues entre mis favoritos. Construir un mundo no es nada facil ybla historia reciente se sustenta bien, no tiene fallos de esos que ahcen que te desencantes por un mundod e fantasía.


    Un saludo,


    Pedro.

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