Una extraña conocida (IV)

Por primera vez en mucho tiempo dormía bajo techo, en una cama improvisada pero cómoda. Por primera vez en mucho tiempo dormía con tranquilidad. Hasta que un ruido la despertó.
Se incorporó rápido y agarró su cuchillo, que siempre solía dejar cerca. De un rápido vistazo alrededor encontró el origen de aquel ruido, había alguien al otro lado del hueco de la pared.
—¿Quién anda ahí y qué es lo que quieres? —dijo esgrimiendo el cuchillo amenazante en aquella dirección—. ¡Fuera de aquí seas quien seas, nadie te ha invitado!
Los segundos transcurrieron con lentitud mientras el silencio se apoderaba de la escena, Mei sólo podía distinguir una silueta, la tenue luz de las estrellas no le permitía más. De pronto lo que pareció ser una femenina visitante rompió el silencio.
—Buenas noches, siento haberte despertado.
Un escalofrío le recorrió la espalda. Nunca había escuchado aquella voz, pero sintió como si la conociese de toda la vida. Además tenía algo tenebroso, algo que le había helado la sangre. Tenía un mal presentimiento.
Mientras Mei seguía inmóvil en el catre la extraña entró a través del hueco esgrimiendo una sonrisa.
—No es necesario que me amenaces con ese cuchillo Hassha, ¿acaso no te acuerdas de una vieja amiga de tu madre?
Fin del capítulo segundo. Volver al índice >>

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