Baile de sombras (V)

"Primero algunas exclamaciones de sorpresa por lo ocurrido, luego un murmullo general; todos estaban empezando a preocuparse. Unos pocos intentaron levantarse de sus asientos, pero la oscuridad era total y sólo consiguieron golpearse entre sí o caer objetos al suelo, con el consiguiente escándalo; el nerviosismo crecía por momentos. Elioron alzaba la voz intentando calmar a los presentes, pero sus esfuerzos eran inútiles; pronto el pánico reinaría. Entonces un fuerte siseo los acalló a todos y, en un extremo de la oscura sala, una llama se encendió, iluminando de cerca el descompuesto rostro de Leinos."
En este punto el narrador hizo una pausa. La cuál no provocó que disminuyese la atención en el relato ni distrajo a los espectadores; todo lo contrario. Estaban tan ensimismados que la asemejaron al paréntesis que sin duda se estaba produciendo en la historia, mientras los asistentes a la celebración observaban la inesperada aparición de Leinos. Era tal la similitud entre la realidad y la ficción: una gran sala oscura, un ambiente tétrico y misterioso, la llama en un extremo de la habitación; era para todos totalmente indistinguible. Cuando la narración continuó parecía que los hechos ocurrían de verdad allí mismo.
"De su boca surgió un frío aliento que los paralizó a todos y luego, con una voz de ultratumba, pronunció unas palabras que casi congelaron la sangre de los presentes.
—Nunca miréis a La Muerte a la cara, o ella os devolverá la mirada. ¡Habéis osado querer hacerlo, así que ahora la veréis mientras os arrebata vuestro último alarido!"
El miedo era palpable. Ellos y el relato se habían entremezclado de tal forma que ya no sabían distinguir la realidad. Se escuchaba el castañear de dientes y algunos se movían con nerviosismo. Temían la muerte que se les acercaba.
"Poniéndose en pie alzó la caja. Sin siquiera hacer un gesto ésta se abrió, dejando escapar una espesa nube de humo negro que tomaba la forma de una horrenda criatura. De lo que parecían sus labios surgieron unas hirientes palabras que hicieron sangrar y ensordecer los oídos de todos."
Pero esas palabras ni siquiera fueron oídas. Los gritos de pánico habían aflorado entre el público acallando la voz del narrador. Sentían como si los oídos les sangrasen, como si el alma se les escapase por la boca; notaban el aliento frío de la muerte.
De pronto las puertas se abrieron y los guardias que estaban en el exterior entraron alarmados por los gritos. Las antorchas que portaban iluminaron la oscura escena, ante la cual no pudieron más que mirar con perplejidad. Los espectadores, revolcándose en el suelo, volvieron a la realidad; nada ocurría, no era más que una ilusión provocada por la atención prestada en el relato.
Acompañando sus pasos con sonoras carcajadas, el tejedor abandonaba la sala ante la atónita mirada de todos.
—Y cuenta la historia que ese niño vaga de pueblo en pueblo portando su espectáculo de sombras. Por eso a los tejedores se nos teme por doquier.

1 comentario :

  1. Cuanto por leer! como estuve sin pc 3 semanas se me habia olvidado (esto entre muchas cosas tengo 3 favoritos de 52 que tenia en el otro pc). Mañana mismo me pongo al dia. Por cierto Mei, enseñe hace 1 mes a gente tus historias y gustaron bastante (las imprimi para leerlas en los viejes que tuve que hacer). Sigue escribiendo asi!

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