Gritos en la noche

Era ya noche cerrada y Tokei paseaba tranquilo. La representación de sombras había terminado hacía un rato y los espectadores no tardarían en llenar las calles para volver a sus casas. Precisamente por eso caminaba por los callejones más estrechos y oscuros de la ciudad, necesitaba calma para poner en orden sus pensamientos y no quería que los curiosos lo abordaran por la calle al salir de la posada.
El teatro había salido a la perfección, había conseguido embaucar a los asistentes para que no pudieran darse cuenta de nada extraño; aunque el resultado no había sido el esperado. Se había dejado llevar sólo por un mal presentimiento al venir a esta ciudad, pero al fin y al cabo siempre viajaba movido por corazonadas y nunca antes le habían fallado. Durante los últimos días de camino hacia la ciudad había notado una extraña presencia en la misma que ahora se había desvanecido, fuese lo que fuese ya no estaba; aunque algo extraño iba a pasar, lo presentía.
Sus cavilaciones se vieron interrumpidas por dos individuos que le salieron al paso desde uno de los callejones laterales. No tuvo necesidad de mirar para saber que tras él otro más le cortaba la retirada.
—¡Anda!, mira, ¿qué tenemos aquí? —casi escupió con un falso tono de sorpresa uno de los que habían aparecido por delante—. ¡Pero si es el fantoche que ha estado asustando a nuestros críos hace un rato! Seguro que Fenn el posadero te ha pagado mucho por montar esa farsa.
—Ciertamente —respondió Tokei con calma mientras se daba un par de palmadas en el muslo—, ahora mismo llevo la bolsa repleta de monedas de oro. Creo que hasta voy a darte una para que pagues a alguien por limpiarte la mugre de la cara, que de no ser por el desagradable olor a vino rancio de tu aliento ni siquiera podría distinguirte con esta oscuridad.
La respuesta enfureció al aludido de forma visible, enfado acrecentado además por las risotadas de sus compinches a causa de la osada y ocurrente réplica.
—Bien bien, con que tenemos a un listillo que encima se las da de valiente. Veremos si sigues teniendo ganas de bromear cuando tus tripas arrastren por el suelo. ¡Démosle su merecido chicos!
Acto seguido sacó de sus vestimentas una herrumbrosa daga y dio un par de pasos al frente. El que lo acompañaba por delante se quedó a la espera, el callejón era demasiado estrecho como para que pudiesen moverse con libertad uno al lado del otro. A su espalda el tercero de ellos, que se había descubierto con la risotada de antes, también comenzó a acercarse a juzgar por el sonido de sus pisadas.
A pesar de parecer acorralado, Tokei no dio muestras de nerviosismo. Estaba en desventaja, además de por encontrarse en minoría por no poder usar su arma, no sería manejable en tan poco espacio. Era de esperar que en el momento justo los dos se abalanzarían sobre él a la vez para que no tuviera opción de evitar ambas acometidas, tendría que atacar primero. «Bah, acabemos con esto de una vez», pensó mientras se lanzaba hacia delante sorprendiendo al asaltante.
No le fue difícil desviar la daga que iba hacia su rostro con un golpe seco en la muñeca del atacante; con la otra mano lo agarró fuertemente por el cuello y lo alzó en vilo. Entonces un agudo grito rompió el silencio de la noche.

4 comentarios :

  1. Es lo malo de estas situaciones: que siempre hay alguien que termina mal parado...

    ResponderEliminar
  2. Hola.

    Simplemente quería felicitarte por el blog y por la coherencia que has demostrado en el foro de 20minutos.

    Un saludo y sigue así.

    ResponderEliminar
  3. Por fiiin un blog decente en la categoría de ficción.

    Ale, un gallifante para ti

    Anonimous :p

    ResponderEliminar
  4. Oye, que entre el SAE y las reuniones no te veo na!!! Te he puesto un MEME pero puedes no hacerle caso....Es una chorrada de bloggers y bailarinas....Aqui tienes las instrucciones:

    http://madowina.blogspot.com/2008/11/un-meme.html

    ResponderEliminar