Furia (III)

A causa de las palabras de Tokei, Bungar había parado su marcha y se había vuelto en redondo, sorprendido. Fue un acto reflejo, pero de haberlo pensado al menos un instante se hubiese dado cuenta de que no era para nada buena idea. Como un cazador que espera a que su presa se despiste para lanzar el ataque la negra criatura comenzó a correr hacia él, silenciosa pero veloz, alzando una de las garras, presta a embestir al descuidado guerrero.
Bungar, absorto por lo que estaba viendo, no se percató de la amenaza que se le acercaba con rapidez por la espalda. Sin embargo Tokei veía al demonio de frente, de hecho no miraba a Bungar, lo miraba a él a los ojos, lo desafiaba. En otras circunstancias habría intentado evadir el ataque, o al menos habría actuado con más precaución; pero una extraña furia lo dominaba. Frunciendo el ceño y asiendo con fuerza su katana cargó con ímpetu a su encuentro, mientras Bungar no tenía más remedio que arrojarse al suelo para apartarse de su camino.
Tras rodar durante unos instantes por el frío empedrado Bungar consiguió apoyar el brazo y detenerse justo a tiempo para contemplar el brutal choque. De forma inesperada la criatura había saltado con fuerza hacia Tokei, que sorprendido no pudo prepararse para asestar golpe alguno. Pero sí consiguió interrumpir la trayectoria de la amenazante garra que se dirigía a su cuello interponiendo el brazo izquierdo, por fortuna cubierto por una de las piezas de la armadura que portaba. Las uñas penetraron la protección y se clavaron en la carne del antebrazo, asiéndolo con fuerza, momento en el que Tokei aprovechó para girarlo con violencia y propinarle un golpe con la katana.
El movimiento circular provocó que la garra de la criatura, clavada y aprisionada en la pieza de armadura, se retorciese hasta tal punto que algunos de los dedos incluso crujieron al romperse. Sintiéndose atrapada intentó liberar el brazo de la presa en la que involuntariamente había caído, pero no a tiempo para evitar que la katana de Tokei le impactara en la muñeca, cercenando la zarpa. Siguiendo el arco efectuado un nuevo ataque sobrevino sobre el demonio antes de que pudiese retirarse, haciendo que la katana impactara primero en el hombro de la garra cercenada y luego rasgara parte de la mandíbula.
Consiguiendo escapar de un tercer pase de la afilada hoja la criatura saltó hacia atrás y se encogió lastimada. Aunque fue sólo por un instante, ya que a continuación volvió a lanzarse hacia Tokei en el momento en el que éste se aproximaba raudo con intención de atacar de nuevo. Sabía que debía ser más cauto, pero no podía controlar por completo sus actos, no era capaz de poner freno la furia que lo estaba quemando desde dentro.
Un fuerte zarpazo en la mano derecha hizo que la katana volase a varios metros de distancia, mientras Tokei era derribado a causa del choque; desarmado y en el suelo ahora estaba en clara desventaja. A duras penas pudo evitar que aquellos sucios colmillos se clavasen en su cuello, pero no que las afiladas uñas se le hundiesen en el costado; a pesar de su raquítico aspecto el demonio tenía mucha fuerza y era incapaz de contenerlo.
Tras un nuevo forcejeo los dientes se hincaron en su antebrazo derecho, Tokei tuvo que contener de nuevo el dolor. La situación empeoraba por momentos.

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