La despedida (II)

"Hola Mei, hija mía. Si estás leyendo esta carta es porque hace mucho tiempo que me separé de ti; lo siento. Siento haberte dejado, siento no haber podido acompañarte durante todos estos años, siento no haber podido verte crecer... Espero que durante todo este tiempo hayas sido feliz. Deseo que el Destino te haya tratado tan bien como a mí, que sin haberlo merecido tuve una hija maravillosa que me hizo la madre más feliz y orgullosa del mundo."
"Que esta carta esté ahora en tus manos no es producto de la casualidad; es más bien gracias a una vieja amiga: Crisannia. Seguramente no la recordarás, pero durante cinco años cuidó de ti; los cinco primeros años de tu vida, en los que yo apenas pude estar a tu lado. Podrá parecer extraña, esquiva, e incluso siniestra; pero sin duda es alguien en quien puedes confiar y que te ayudará siempre que lo necesites. Haz caso de sus consejos."
"Junto a esta carta le he dejado a Crisannia algo más para que te lo entregue. Es un resquicio de mi pasado, un poco de luz en todo lo que desconoces aún sobre mí. Pero no te aburriré ahora, Crisannia te contará lo que quieras saber mucho mejor de lo que podría hacerlo yo en una carta. Sólo quiero que sepas una cosa: fuera lo que fuera tú me cambiaste, tú me hiciste mejor, tú le diste sentido a mi vida."
"... llega el momento de decirte adiós. Me gustaría decirte que nos volveremos a ver, que sólo es cuestión de tiempo el que nos encontremos de nuevo; pero sé que no es cierto. No estaré viva mucho tiempo más, han venido a buscarme y antes o después me acabarán encontrando. No sabes lo que me duele separarme así de ti, pero es la única forma que tengo de protegerte; espero que no me odies por lo que voy a hacer."
"Como podrás comprobar por las marcas en el papel las lágrimas afloran en mis ojos con estas últimas líneas; no es el miedo a la muerte lo que las provoca, sino el miedo a perderte. Espero que no dudes de mis palabras y que la fe que sé que siempre me has tenido no se desvanezca. Para mí se termina, pero tú aún tienes mucho camino por andar; pase lo que pase siempre estaré contigo."
"Te quiere, Yamiko."
Sentada en el tejado, justo al lado de la salida de la habitación, Mei releía la carta una y otra vez. Sus ojos estaban húmedos, pero no había llorado. Aunque fuera de esa forma Yamiko había podido despedirse de ella, decirle que la quería. Aquella carta, aquel adiós, era lo que siempre había necesitado; saber que su madre no se fue sin más. Un mar de dudas le venía a la mente, muchas preguntas sin respuesta acerca de cómo y por qué murió Yamiko; pero ahora las apartaba sin más, había algo que le importaba más. Mirando a la oscuridad de la noche un pensamiento predominaba por encima de los demás, un par de palabras: «Adiós, madre».

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