Había sido un día bastante atareado para la Compañía, o más bien para los que no se habían dispersado al llegar a la ciudad; no en vano se habían terminado los preparativos para convertir el campamento improvisado en un asentamiento más estable y duradero. Después del largo día Tokei estaba en su tienda, un poco solitaria desde la marcha de la pequeña, más pensando en la noche que llegaba que en el día que acababa.
De pronto Bungar abrió la lona de la entrada interrumpiendo sus divagaciones.
—Creía que no conocías a nadie en la ciudad.
—Y así es, ¿por qué lo dices?
—Pues porque hay una mujer que pregunta por ti —respondió Bungar extrañado.
—No sé, vayamos a ver.
Tras salir de la tienda Bungar lo llevó a la entrada de una callejuela que partía de la plaza, algo apartada, donde una figura encapuchada con leves trazos femeninos lo esperaba.
—Ella es quien quería verte.
—Gracias Bungar, yo me encargo.
—Bien, pero no tardes mucho, recuerda que dentro de un rato nos esperan —y se volvió hacia el campamento.
—Crisannia, debí suponerlo.
—No sé si considerarme una grata visita, parece que preferirías ver a un demonio antes que a mi.
—Justo en la herida, como siempre. Tus peticiones no son nunca tarea fácil, pero desde luego esta vez te has superado con creces.
—¿Y bien? ¿Debo entender que lo harás?
—Ah —Tokei suspiró con resignación—, ¿acaso tengo otra alternativa?
—Claro, puedes negarte simplemente; pero sabes que no sería el camino correcto.
—Me pregunto si algún día te tomarás la molestia de decirme hacia dónde conduce ese camino.
—No será necesario, lo averiguarás tú mismo, siempre se sabe adónde llega una senda cuando se alcanza su fin...
Ya se daba la vuelta para volver a desaparecer entre las sombras del callejón cuando Tokei la detuvo.
—¿Ya te marchas? —preguntó con un tono mordaz.
—No quiero interrumpir más tus quehaceres —respondió volviéndose, sin dar muestra de haberse percatado de la ironía de la pregunta—, ya has oído lo que ha dicho tu amigo; y no he escuchado que me invitara.
—Ya que mencionas a Bungar —alzó una ceja en gesto de comprensión—, apostaría a que tienes algo que ver en que no haya vuelto a mencionar nada de la conversación que teníamos antes de tu última aparición. De hecho ni siquiera te ha reconocido hace un momento.
Lo miró durante unos segundos sin responder, hasta que por fin se encogió de hombros.
—No estaba preparado para lo que le contaste, sin duda ha sido una fortuna que tuviese tan mala memoria.
Tokei abrió la boca para protestar, pero la cerró sin decir nada. Crisannia tenía razón, la reacción de su amigo no había sido precisamente de comprensión.
—Bien, supongo que una vez aclarado el asunto podré marcharme, también me esperan. Pero recuerda, mantén el paso firme o podrías volver a caer al abismo, y a ninguno nos gustaría...
Tokei asintió en silencio mientras la veía esfumarse en la oscuridad del callejón.
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