Preparativos de guerra (V)

Seis fueron los grupos de mercenarios que partieron en distintas direcciones. Cada uno a una de las zonas asignadas con anterioridad por Bungar y con un recorrido que les permitiese volver a la plaza a reportar al menos una vez cada hora. En el campamento quedaron, salvo la vuelta esporádica para informar de alguna de las patrullas enviadas, Bungar, Thanos, Izzan, Tokei y Mei.
Los tres compañeros de armas caminaban sin parar de un lado para otro, manteniendo alta la concentración y prestando interés a los grupos que volvían para dar noticias de la ronda. Tokei paseaba meditabundo cerca de su tienda, en apariencia prestando atención a la oscuridad de la noche. Mei, por último, permanecía sentada junto al fuego, sin saber qué hacer más allá de procurar mantenerlo encendido.
En una de las ocasiones en que se levantó a estirar las piernas, y también a despejarse de la somnolencia que la estaba invadiendo, Bungar se acercó a la hoguera a calentarse las manos.
—La noche está siendo fría —dijo—, suerte que tenemos un buen fuego.
—Sí, intento mantenerlo alto para entretenerme en algo y no quedarme dormida. No estoy acostumbrada a pasar las noches en vela.
—Deberías descansar entonces, la noche va a ser larga, y el día de mañana lo será más. Mis hombres y yo estamos acostumbrados, y Tokei parece que suele dormir poco habitualmente. Reposa un rato ahora que reina la tranquilidad, cuando tengamos un rastro sólido iremos a buscarlos y entonces te necesitaremos fresca.
—De acuerdo —cedió mientras se sentaba y procuraba acomodarse—, no salgáis sin mí.
—Descuida.
Cuando Bungar se alejaba de nuevo de la llama y su sombra se estiraba apuntando a uno de los extremos de la plaza, Tokei, que parecía haber salido de su mutismo, se acercó a interceptarlo.
—Bungar, tenemos que hablar —dijo con un tono más sombrío de lo habitual—. Tengo un mal presentimiento.

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