Un oscuro secreto

—¿Qué ocurre? —preguntó Bungar después de que ambos hubiesen entrado en la tienda de Tokei—. No sé qué será, pero no te había visto antes tan inquieto.
—Hay algo que me preocupa de esta noche, tengo el presentimiento de que va a ocurrir algo malo, y no suelo equivocarme en estas cosas.
—Tranquilo hombre —esbozó una leve sonrisa—, comprendo que no estás acostumbrado a estas situaciones, pero mis hombres están curtidos en mil batallas. Estoy seguro de que lo solucionaremos más pronto que tarde y sin que la situación se complique. Sea como sea no dejan de ser unos cuantos ladronzuelos y forajidos que se han organizado un poco, pero nada más.
—No, no se trata de eso. Confío en vosotros plenamente en eso, pero lo que me preocupa es algo para lo que no estáis preparados —alegó con tono intranquilo.
Bungar asió un taburete y se sentó, con la esperanza de que su amigo siguiese su ejemplo e hiciese lo propio. Nunca lo había visto tan alterado, y le resultaba bastante incómodo verlo así cuando su estado natural era por lo general mucho más calmado.
—Explícate —pidió—. Dices que no tiene nada que ver con mis hombres, ni con los criminales que estamos buscando. Entonces ¿de qué se trata?
—Se trata de algo que ya has visto y de algo de lo que ya hemos hablado, pero que has olvidado por completo.
Bungar se lo quedó mirando con estupor.
—¿Y cómo se supone que he olvidado algo que he visto y de lo que hemos hablado?
—Crisannia —afirmó.
—¿Crisannia? —preguntó aún con más sorpresa—, ¿quién es esa?
—¿Ni siquiera la recuerdas? La has visto dos veces, la primera vez nos interrumpió en medio de una conversación; la segunda te preguntó por mí y fuiste tú mismo quien vino a buscarme para que hablase con ella.
—¿Seguro? Yo no recuerdo nada de eso... —respondió—. Tokei, ¿te encuentras bien?
—Bien, empecemos por el principio —dijo Tokei intentando cambiar el enfoque—. ¿Recuerdas lo que pasó el Sanqua el día que nos conocimos? ¿Y lo que le ocurrió a Izzan?
—Claro, cómo iba a olvidarlo, le salvaste la vida.
—Y, ¿me puedes refrescar la memoria?
—¿Para qué? No entiendo nada de esto Tokei —estaba comenzando a impacientarse—. ¿De verdad es necesario? Mis hombres patrullan por ahí afuera buscando a unos criminales que podrían ser peligrosos y deberíamos estar más atentos en vez de quedarnos aquí perdiendo el tiempo.
—Sí, es necesario —afirmó con rotundidad—. Hazlo.
Ambos permanecieron durante unos momentos mirándose mutuamente. Tokei sabiendo que su amigo era un cabezota e iba a costar hacerlo ceder y Bungar entendiendo cada vez menos el rumbo de la conversación. Al final el segundo dejó caer los brazos en un gesto inequívoco y cedió.
—Está bien —concedió—, todo sea por darle un poco de sentido a esto...

No hay comentarios :

Publicar un comentario