Un oscuro secreto (VI)

Bungar permaneció pensativo unos minutos, quería ofrecerle a su amigo algún punto de vista que pudiera ayudarle a aliviar el peso que cargaba sobre sus hombros; pero no era el de la palabra uno de sus dones. Finalmente, y antes de que pudiera decir nada, Tokei se recompuso.
—No sé si estoy maldito —declaró—, o debo congratularme por lo que me ha sido concedido. Tampoco me importa, mi único objetivo es seguir la senda de mi maestro y continuar con su labor. Por eso estoy aquí y por eso te he contado todo esto. Creo que esta noche estamos en peligro.
Bungar alzó la vista, la cual había bajado hasta posarla sobre la superficie de la mesa mientras intentaba encontrar unas palabras de aliento, y lo miró.
—¿A qué te refieres?
—Dentro de mí reside algo malvado, o es parte de mi propio ser, no lo sé con seguridad. Algo con lo que tengo que luchar a diario para que no intente tomar el control. Pero también algo que me permite ver y sentir más allá de los sentidos normales.
—No estaba aquella noche en Sanqua por casualidad —continuó tras una pausa—, al igual que no lo estoy aquí por fruto del azar. De una forma o de otra tengo sensaciones, presentimientos, que me dicen dónde hay alguna de esas criaturas. Algunas veces están latentes en el interior de cualquier persona, otras veces aparecen sin más. Mi misión es encontrarlas y destruirlas antes de que puedan extender su mal. Pero esta noche tengo un presentimiento mucho más fuerte que no tiene nada que ver con quien he venido a buscar, estoy seguro. Es algo distinto que no había experimentado hasta ahora, y creo que va a ser malo, muy malo.
Casi por instinto ambos se levantaron, llevados por la gravedad de las declaraciones hechas. Bungar no dudaba de las palabras de su amigo, que se reiteraban en su mente una y otra vez, como no queriendo dejarle pensar con claridad. En su repetición, y quizás por el tono usado por Tokei, esas palabras le sugirieron una pregunta.
—Tokei —atrajo su mirada—. Has dicho que lo que notabas era distinto de lo que te había traído a Ranavva, ¿significa eso que ya has encontrado a la criatura que venías a cazar?
Asintió con la cabeza, y a su vez respondió en tono funesto.
—Efectivamente, y me temo que es alguien que tú y yo conocemos —los ojos de Bungar se agrandaron con asombro—. Se trata de...
Pero el nombre pronunciado por Tokei no fue escuchado por nadie, unos gritos de alarma procedentes del exterior lo silenciaron y lo arrastraron al olvido.
—¡A las armas! !Nos atacan!
Fin del capítulo octavo. Volver al índice >>

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